Todos tenemos alguna idea de lo que significa la violencia contra la mujer en esta sociedad. Sabemos que los hombres son más víctimas de crímenes violentos que las mujeres, y que sufren desproporcionadamente otros males. Pero son las mujeres las que se lo llevan más pesado en términos de género. No se suele reportar, ni saber, de ataques físicos a hombres que tengan como componente el género de la víctima (aunque sí de ataques sexuales que algunas mujeres justifican por el hecho de que su víctima es hombre, usando ideas machistas al respecto). En cambio, a las mujeres a veces se las violenta incluso físicamente por el hecho de ser justamente mujeres, o por una serie de cosas donde el género aún así tiene mucho peso.
Eso es lo que hace que gran parte de la violencia contra las mujeres y las niñas sea violencia de género y no simplemente violencia a secas. Un ataque, verbal, físico o sexual, es violencia de género porque el género de la víctima fue importante, incluso determinante en que el hecho ocurriera. Puede ser difícil ver con precisión cuándo hay un componente de género porque es difícil meterse en la mente de los agresores, pero dado que hay muchos signos de cultura machista violenta en el mundo, y por lo que sabemos de muchos perpetradores, entonces sabemos que hay mucha violencia de género contra mujeres y niñas en el mundo.
De acuerdo a la fundación Rescue,
“La violencia de género puede manifestarse de diversas formas. Algunas de ellas son: violencia física, como la agresión o la esclavitud; violencia emocional o psicológica, como el maltrato verbal o el confinamiento; abusos sexuales, incluida la violación; prácticas nocivas, como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina; violencia socioeconómica, que incluye la negación de recursos; y acoso, explotación y abusos sexuales.”
Siguiendo el reporte de la misma fundación, a nivel global una de cada tres de las mujeres y niñas en el mundo van a experimentar alguna forma de violencia en su vida. Este número aumenta cuando hay emergencias, conflicto o crisis.
Dramático es también saber que gran parte, sino la mayoría de esta violencia contra las mujeres viene de cerca: Rescue reporta de acuerdo a datos globales, que 1 de cada 4 mujeres ha sufrido violencia por parte de su pareja.
Hay grupos de mujeres y niñas en especial riesgo, además: personas con problemas de movilidad o discapacidades; adolescentes y niñas; mujeres mayores; personas que se identifican como LGBTQ+ o disidencias sexuales y de género; mujeres y niñas de minorías étnicas; refugiadas y migrantes.
Contextos y factores de riesgo
Hay una serie de factores de riesgo para la existencia de la violencia de género. Pero destacan algunos como:
- Pobreza: la pobreza en el mundo presiona a algunas familias a tomar decisiones horrendas, donde prácticas inaceptables como el matrimonio infantil son más comunes. Una mujer que no tiene recursos ni forma de acceder a ellos también puede quedar más atrapada en una relación violenta que una independiente.
- Colapso de servicios sociales; conflicto y guerra; desplazamientos de población.
- Estrés en la casa: la fundación Rescue también ha observado que hay mayor riesgo de violencia contra las infancias en hogares donde no se logra llegar bien a fin de mes, donde hay abuso de sustancias e ingresos inestables.
¿Qué hacer?
Hay mucho que hacer para combatir la violencia de género contra mujeres y niñas, y en general. Hay cosas más inmediatas y que cada uno debe tratar de aportar como persona, y medidas más bien a nivel colectivo, social y político. Aquí dejamos algunas ideas, inspiradas en lo grueso por las recomendaciones de ONU Mujeres y de la fundación Rescue ya mencionada arriba:
- Escucha y cree a las sobrevivientes
Cuando una persona es víctima de violencia y logra decirlo, este es el primer paso para que comencemos a romper el ciclo de la violencia y el abuso. Es nuestro deber como sociedad darle a las víctimas un espacio seguro para que pueda expresarse, sin hacer juicios injustos hacia ella. Por ejemplo, no es justo hablar de la ropa con la que andaba la víctima, por dónde andaba y a qué hora, en fin, sin hacer responsable al victimario y solamente al victimario. “¿Por qué no te fuiste?” es un cuestionamiento inapropiado y patudo; nadie estuvo ni estará en sus zapatos para entender cómo fue y por qué las cosas se dieron así. “¿Por qué no lo dijo antes, en lugar de tanto tiempo después”? es otro cuestionamiento común inaceptable: exponerse a denunciar un caso de violencia es sumamente incómodo por decir lo menos, y con gente que hace preguntas así mucho menos dan ganas de hacerlo. Las miradas, los juicios, la odiosidad que incluso te llega por denunciar públicamente un acto de violencia no es bacán para nadie.
Respecto a creerle a las víctimas, una confusión común, especialmente entre hombres, es confundir la presunción de inocencia en el ámbito criminal con la credibilidad de las víctimas a nivel social en general. Me explico: obviamente no podemos encarcelar a nadie sin pruebas contundentes de que haya cometido un acto de violencia grave. No obstante, a veces hay crímenes que no dejan rastros, o de los cuales no quedan rastros. A veces la víctima no está en condiciones de demostrar lo que le ocurrió. Y a falta de eso, no podemos andar encarcelando a nadie en base a solo acusaciones (un principio básico del derecho moderno sin el cual estaríamos bastante pésimo). Pero cuando una persona dice “Me violaron”, o algo por el estilo, sabemos que lo más probable es que de verdad la hayan violado, y necesitaríamos razones extras para desconfiar de este testimonio (por ejemplo: sabemos que la denunciante es mitómana, que odiaba al acusado, en fin). Aunque esto no sea motivo suficiente para encarcelar a alguien, sí es motivo suficiente para tomar medidas de cuidado y protección para quien está acusando el hecho.
- Demandar buenos servicios de asistencia y ayuda para víctimas, y usarlos oportunamente
Esta clase de servicios son esenciales para combatir la violencia contra las mujeres y niñas. En Chile, el fono 1455 está disponible de 8 a 24 hrs., de manera completamente gratuita y confidencial, para pedir orientación ante casos de violencia contra la mujer.
Para que esto sea útil, en cualquier caso, hay que estar atentos a que estos servicios funcionen bien y no haya escasez de recursos para implementarlos de la mejor manera posible.
- Enseñarle a las siguientes generaciones sobre violencia, respeto y consentimiento
Desde pequeñitos los niños tienen que aprender sobre respeto, no-violencia y consentimiento. Obviamente respecto al ámbito sexual esta educación debe ser gradual y apropiada a la edad del infante. Pero ya desde pequeños, tanto en la casa como en la escuela, es sumamente importante (y efectivo) que los niños aprendan sobre respeto en todo ámbito. Que no pueden invadir el espacio personal de otro ni pueden invadir el suyo, que cuando alguien dice “no” eso hay que respetarlo, etc.
Especialmente importante aquí es no difundir prejuicios e ideas dañinas, como dar por sentado que la violencia de género va a ocurrir porque “los hombres son así”, que violan porque “es su naturaleza”, etc. No. Nada de esto es “natural” ni está simplemente dado: es algo que depende de nuestra cultura y que podemos cambiar. Quienes cometan actos de violencia tienen que ser responsabilizados y no excusados de ninguna forma, ni tampoco cambiando el foco de la culpa hacia la víctima.
- Aprender los signos del abuso
ONU Mujeres también reporta en su blog algunos signos importantes, en todo caso conocidos (aunque no siempre tomados en cuenta), de que alguien está en una situación abusiva:
- Tu pareja lleva un control de todo lo que haces. Vigila dónde estás y con quién estás en todo momento. Te impide o desalienta ver a amigos, familiares o ir al trabajo o la escuela.
- Tu pareja insiste en que respondas de inmediato a sus mensajes de texto, correos electrónicos y llamadas, y exige conocer tus contraseñas de redes sociales, correo electrónico y otras cuentas.
- Una pareja abusiva puede mostrar celos, acusándote constantemente de infidelidad. Puede intentar controlar cómo gastas tu dinero y tu uso de medicamentos o anticonceptivos. Puede tomar decisiones cotidianas por tí, como lo que vistes o comes.
- Puede ser despectiva. Puede menospreciarte insultando tu apariencia, inteligencia o intereses. Puede intentar humillarte frente a otros y destruir tus pertenencias o cosas que te importan.
- Una pareja abusiva puede mostrarse enfadada o tener un temperamento rápido e impredecible, de modo que nunca sabes qué puede provocar un problema. Puede culparte por sus estallidos de violencia y dañarte físicamente o amenazar con hacerte daño, a tí, a ellos mismos y a los miembros de tu hogar, incluidos los niños o las mascotas.
- Puede herirte físicamente, golpeándote, empujándote, dándote puñetazos, bofetadas, patadas o mordiscos. Puede usar o amenazar con usar un arma en tu contra.
- Puede ser sexualmente abusiva, incluyendo violación u otras actividades sexuales forzadas. Puede asumir incorrectamente que el consentimiento para un acto sexual en el pasado significa que debes participar en los mismos actos en el futuro. También puede asumir incorrectamente que el consentimiento para una actividad implica consentimiento para mayores niveles de intimidad. Por ejemplo, un abusador puede suponer que un beso debe llevar al sexo cada vez.
- Una pareja abusiva puede amenazar con denunciarte a las autoridades por actividades ilegales si informas sobre el abuso o si te resistes.
- Derrumba mitos dañinos
En un breve folleto sobre el tema, la Universidad Central remarca algunos mitos que contribuyen a estas situaciones de violencia (y que, por lo mismo, es importante derrumbar):
- El mito de los celos: la creencia que los celos son una muestra genuina de amor e interés, incluso un requisito para hablar de amor verdadero. Los celos, sin embargo, son motivación y usado como justificación para conductas controladoras, violentas, abusivas. Los celos son producto de nuestras inseguridades, y esas inseguridades no son amor, son carencias propias que cada uno tiene que trabajar.
- El mito de la “media naranja”: la creencia de que existe una mitad perfecta para tí, una que encaja contigo absolutamente, y que incluso esa relación podría haber estado predestinada. Nada de esto ayuda mucho, pues puede hacer que una persona se exija demasiado entregarse a su pareja (y por lo mismo se puede relacionar con los siguientes dos mitos).
- El mito del poder infinito del amor: la creencia de que “el amor todo lo puede”, que con amor podemos cambiar a cualquier persona o que como pareja se puede superar cualquier obstáculo. Esta idealización de las cosas solo nos sirve para sentirnos mejor, pero en la vida real no es así. Las relaciones tienen límites, y estirar el elástico sin parar en algún momento va a resultar en alguien lastimado.
- Mito de la abnegación y sacrificio: la creencia de que en una relación hay que darlo todo, sacrificarse por la relación y por el otro, dejar de lado nuestras propias necesidades incluso. Esta actitud puede contribuir a que una persona se quede emocionalmente atrapada en una relación abusiva también.
- Combate la cultura de la violación
Hay quienes no creen que exista una “cultura de la violación”. Pero cualquiera que haya visto hombres hablar de emborrachar mujeres para llevarlas a la cama (o incluso chistes al respecto) sabe que eso es parte de una cultura que normaliza el abuso y la violación. Hay hombres que creen que las mujeres buscan o desean secretamente ser violadas incluso. Toda esta clase de conductas e ideas son inaceptables, tenemos que aprender a reconocerlas y combatirlas en todos nuestros espacios.
- Planta cara a los acosadores y abusadores
A veces los abusadores somos nosotros mismos, o nuestros tíos, hermanos, amigos, en fin. Para combatir la cultura de la violencia de género tenemos que hacernos responsables, no hacernos los Larry. Esto no quiere decir que si un amigo o familiar comete un abuso o crimen de algún tipo contra una mujer, debas hacerle la cruz y no verlo nunca más. Pero sí implica que debes hablar con esa persona, asegurarte de que asuma la responsabilidad por lo que hizo, que intente reparar el daño y tomar medidas para no repetirlo. Si no hace nada de esto, premiar a esa persona con tu amistad solo te haría una suerte de cómplice de sus fechorías.
- Financia organizaciones de mujeres
Una forma de luchar contra la violencia de género es que nos aseguremos de financiar, de que se financien organizaciones de mujeres que trabajen en este tema.
- Infórmate y exige a las autoridades informar
Busca información sobre el tema en internet o consulta con personas más informadas. Exige a las autoridades que recopilen y difundan información importante sobre la violencia de género y cómo combatirla.
A nivel más colectivo y político hay harto que hacer también, y ya hay evidencia científica sobre más o menos qué cosas podrían funcionar y qué cosas no tanto. Pero esto da para una publicación aparte, y el foco aquí es en lo más inmediato.
Combatir la violencia de género es tarea de todas las personas. Cientos, miles de años de lucha por la liberación de la mujer han dado frutos que todos conocemos, pero todavía falta mucho. Comprometernos a nivel cotidiano con el tema es parte fundamental.